¿Qué significa “México”?

David Bowles
4 min readSep 19, 2018

El nombre “México” proviene del náhuatl clásico “Mēxihco”. La “x” se pronuncia /ʃ/ (fricativa postalveolar sorda, como el sonido “sh” del inglés o la “ch” francesa). Ese signo diacríto sobre la “e” se llama un macrón: indica que la vocal es larga (el doble de duración que una “e” normal). La “h” representa una oclusiva glotal (un “saltillo” o breve bloqueo de aire en la garganta).

“Mēxihco” se descompone en la raíz “mēxih-” y el sufijo de lugar “-co”. Se debate el significado de “mēxih”, aunque si añadimos el sufijo absoluto a la raíz (para convertirlo en un sustantivo normal), obtenemos “mēxihtli” o “mēxitl”. Pero ¿qué significará? Ahí está el problema.

Glifos: los nombres de las tres naciones de la Triple Alianza. “México” aquí se lee “Tenochtitlán”.

Los pueblos que llamamos Aztecas fueron gobernados principalmente por los habitantes de Mēxihco-Tenōchtitlan (el nombre completo de la Ciudad de México en náhuatl). Se llamaron Mēxihcah o Tenōchcah y afirmaron que antes de asentarse en el Valle de México habían sido conocidos como los Mexihtin. Este etnónimo, afirmaron, se derivó del nombre o del líder que los guio una vez que habían abandonado la mítica tierra de Aztlán, Mecihtli (“liebre de agave”), o de Mēxihtli, un epíteto del dios tribal Huitzilopochtli.

Desde este punto de vista, entonces, Mēxihco significa “tierra de los Mexihtin” o “tierra de Mēxihtli”. Sin embargo, el problema con “tierra de los Mexihtin” es la vocal: la “ē” larga de Mēxihco normalmente no surgiría de la “e” corta de Mexihtin (esto también hace improbable que Mexihtin se derive de Mēxihtli). Desde un punto de vista lingüístico, los aztecas jugaron a la “etimología popular”, una explicación pseudocientífica del origen de una palabra que se vale de tradiciones populares y similitudes con vocablos similares, buscando una relación entre sus significados.

Otras etimologías se han propuesto, por supuesto. La isla en que se fundó Mēxihco-Tenōchtitlan se hallaba en un lago llamado “Mētztli īāpan” o “Lago de la Luna”. Se ha postulado que esta isla en el centro del Lago de la Luna habría sido identificada como “Mētztli īāpan īxīc” o “el ombligo del Lago de la Luna”, tal vez acortado a “Mētztli īxīc” / Mētzxīctli (ombligo de la luna). Tal nombre se formaría de un modo similar a la palabra “tlālxīctli,” o “ombligo de la tierra” el nombre del templo de Mictlāntēuctli, dios del inframundo).

Como locativo, este sustantivo se convertiría en “Mētzxīcco” (lugar del ombligo de la luna).

Ahora bien, existen unos procesos que quizá apoyen la teoría que este vocablo se pudiera convertir en Mēxihco. Primero, la asimilación regresiva. Cuando la consonante “tz” aparece junto a una “x” en náhuatl, la primera a veces se asimila por la segunda. Tal caso nos daría “Mēxxīcco”. Segundo, la degeminación. A veces las consonantes dobladas (que se pronuncian típicamente como una larga) se pueden reducir a una sola. De ser así, la palabra sería “Mēxīcco”. Y, finalmente, la disimilación. En algunos dialectos modernos de náhuatl, /kk/ se puede reducir a /hk/ o /ɦk/ (esos sonidos iniciales se derivan del saltillo original). Si tal disimilación ocurría en el náhuatl precolombino (y conste que no hay evidencia de esto en ninguna parte), entonces es concebible que la palabra se haya convertido en “Mēxīhco”.

Sin embargo, una vez más hay un problema de derivación: “Mēxihco” no tiene una “ī” larga, que complica considerablemente esta teoría ya muy improbable del origen de Mēxihco.

Finalmente, algunos creen que el nombre proviene de “metl” (agave) más “īxīc” y “-co”, pero el compuesto resultante (“en el centro del agave”) sería o “Meīxīcco” o “Mexīcco”, nuevamente sin saltillo, sin “e” larga, con una “i” larga y “c” adicional que no encajan.

El más probable de todos estos orígenes propuestos es “tierra de Mēxihtli”, que no tiene ninguno de los problemas lingüísticos de las otras explicaciones. Como Huitzilopochtli era el principal dios tribal de los Mēxhcah, es inminentemente creíble que hayan usado un epíteto suyo para nombrar la tierra prometida a la que los llevó.

Acuaducto a Mēxihco-Tenōchtitlan

Sin embargo, nunca podremos saber a ciencia cierta. Mucha evidencia se ha perdido. El misticismo de la religión estatal de la Triple Alianza (el “Imperio azteca”) — que quemara las historias originales de los Mēxhcah un siglo antes de la conquista española — dio lugar a muchas etimologías populares caprichosas a principios del siglo XVI. Estas se han propagado hasta el presente en las obras de los colonizadores que borraron aún más el pasado y los lingüistas de salón que intentan imbuir la palabra “México” con un significado místico.

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David Bowles

A Mexican American author & translator from South Texas. Teaches literature & Nahuatl at UTRGV. President of the Texas Institute of Letters.